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La prensa en el libro


 

Goteras en el cráneo de un inspector jefe

Alfonso Lafora

31 ENE 1997

Hace poco más de dos años, el 21 de noviembre de 1994, cierto magistrado metió en el calabozo a un intérprete (Mohamed Sali), que se había negado a traducir una declaración en lengua bereber. El señor Sali estaba en su derecho, puesto que su contrato con el Ministerio de Justicia sólo le obligaba a traducir árabe y francés, pero este pequeño detalle [tener razón] no le sirvió de mucho: fue regañado, esposado, sacado de la sala y facturado hacia los sótanos de la plaza de Castilla, donde se le permitió reflexionar durante ocho horas. Por fin, pasado este tiempo, un juez de guardia le puso en libertad sin cargos. Punto y seguido. Como ocurre siempre, la historia llamó un poquito la atención, se fue diluyendo en el recuerdo y ya no supimos más de aquel asunto hasta que hace unos meses, por sorpresa, alguien dictó una sentencia la mar de ocurrente: habían absuelto al intérprete.Y un caso muy parecido, aunque de características técnicas diferentes, ha vuelto a conocerse en los últimos días. Todo empezó el 28 de noviembre pasado, a las 11.30, cuando 30 vecinos entraron en la Junta Municipal de Villaverde y solicitaron hablar con Nieves Sáez de Adana (concejal del PP) para exponerle los problemas de tres familias del barrio. Como es de rigor, esta mujer se negó a recibirlos, y en señal de protesta seis de los vecinos -y nueve niños con ellos- decidieron presionar y no abandonar el. edificio. A todo esto, andaban por allí las cámaras de Telemadrid y la señora Nieves, astutamente, decidió esperar a que se largaran antes de llamar a la Policía Nacional. Hora del chivatazo: las 15.30.

No la defendieron mal los agentes, no. En especial, el inspector jefe Bienvenido Aragón Sanz -responsable aquel día de la oficina de denuncias-, un verdadero jabato según todos los indicios. Al parecer, el desalojo transcurría sin incidentes y tocaba ya a su fin, cuando alguien advirtió que algunos niños okupas todavía seguían en el interior de la junta (quién sabe si arrinconando tras su escritorio a la señora Nieves). Y entonces se armó la trifulca: que aquí no vuelve a entrar nadie, que sí, que no, que ya está bien, que si mi padre, que si tus muertos, el caso es que ambos bandos se acaloraron y se atizaron un poco. Resultado: tres vecinos detenidos (dos de ellos con heridas leves) y un policía con una contusión abdominal.

En comisaria, sin embargo, reinaba un ambiente más relajado. Tanto, que el comisario Félix Alonso (a quien nadie había informado previamente de los hechos) ordenó tomar declaración a los detenidos y dejarlos luego en libertad. ¡Ja!, como diría Manolito Goreiro; y es que nuestro entrañable inspector jefe, particularmente molesto con los subversivos, tenía su propia opinión al respecto: el calabozo. Y en efecto allí, a escondidas, encerró por su cuenta a los tres vecinos, que no serían puestos en libertad hasta las 1.930 del día siguiente. Un éxito personal del inspector

Qué decir: será un tic, una gotera o un gen defectuoso, pero lo cierto es que algunos «custodios de la ley» a menudo aprovechan su posición para desahogar complejos personales. Se excitan, se sienten más enteros, más satisfechos, parecen disfrutar rindiendo a la gente y verificando que nadie les tose sin pagar un precio. Y algo así, por las trazas, debe pasarle al tal inspector jefe Bienvenido Aragón Sanz, un sujeto que se las prometía muy felices con la mercancía ya empaquetada y que no quiso renunciar a ella, pese a las órdenes recibidas. Mucho ardor me parece, mucha fogosidad, pero de la fea, de la fácil, de ésa que brota en todos los gallitos cuando se saben impunes.

Y si cabe, este caso asusta más que otros. Porque ocurre que el comisario no quiso tragar y denunció lo sucedido. Un hecho curioso, insólito, surrealista y que, por supuesto, no ha servido de nada. Rectifico: ha, servido para que el propio denunciante haya sido trasladado a Pozuelo de Alarcón y también para que este elemento, con forma de inspector jefe, se haya salido una vez más con la suya. Está claro: 9 de cada 10 altos cargos le prefieren a él, y lo sabe.


El director de la Policía justifica el traslado del comisario de Usera

Camilo Valdecantos

Madrid – 08 ABR 1997

El traslado como comisario jefe de Félix Alonso desde la comisaría de Usera-Villaverde a la de Pozuelo de Alarcón se produjo en medio de una amplia reestructuración policial y obedeció, exclusivamente, a razones de servicio. Así lo aseguró ayer tarde ante la Comisión de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados el director general de la Policía, Juan Cotino, al responder una pregunta de, la diputada socialista Enedina Álvarez, que trasladó a Cotino la protesta de las asociaciones de vecinos de la zona por el traslado del comisario.La diputada Álvarez recordó que Félix Alonso tiene un brillante historial policial y que el 12 de enero pasado se le trasladó a Pozuelo, de forma fulminante, «mediante un fax», lo que, a su juicio, supone olvidar que «en democracia se debe cuidar el contenido y las formas de las decisiones». Además, se extendió en explicar el apoyo popular que el comisario jefe Alonso se había granjeado, y argumentó que, posiblemente, todo ocurrió después de que un inspector jefe desobedeciera la orden dada por Alonso de poner en libertad a unos vecinos.

Cotino replicó a la diputada socialista que le había traicionado el subconsciente, porque las formas autoritarias de que le acusaba se dieron durante el mandato de los Gobiernos socialistas. Se extendió Cotino en explicar que el comisario Alonso tiene, sin duda, una brillante carrera profesional, como todos los funcionarios de policía que alcanzan el rango de comisarios. Ofreció datos de que en la misma fecha el jefe superior de Policía de Madrid cambió de puesto a varios responsables de distintas comisarías. En la réplica final, y con la advertencia previa de que no trataba de juzgar la competencia profesional del comisario Alonso, Cotino aseguró a la diputada que, en el último año de su mandato, en Usera, los delitos se incrementaron un 26,4% en aquella zona.

Fuentes de la Jefatura Superior de Policía negaron en enero, cuando se produjo el traslado, que hubiera influido la decisión de Alonso de denunciar a un inspector jefe por mantener en los calabozos toda una noche y en contra de sus órdenes a tres representantes vecinales.


Un hombre de bien

Cartas al director

Madrid. – 26 FEB 1997

Como responsable de la Asociación Semilla, de Villaverde Alto, y en nombre de los educadores y jóvenes, quiero hacer una referencia a la persona de don Félix Alonso, ex comisario de la comisaría de Usera.Queremos, agradecerle una nueva forma de intervención policial. Trabajamos con jóvenes que rompen las normas sociales como consecuencia de que nosotros, todo el sistema, hemos roto con las normas morales.

Don Félix Alonso comprendió, asumió y se implicó para que los jóvenes que rompían la norma tuvieran la oportunidad de darse cuenta de sus posibilidades como personas.

En cuanto un joven o una joven de la asociación era detenido, llamaba al tutor, y con él veía que era más importante que siguiera en el proyecto educativo de la asociación.

Se sabía los nombres de los jóvenes, se interesaba por sus procesos y situación y apoyaba nuestra labor. Por ejercer su autoridad a favor de la justicia, ha sido derivado a otra comisaría.La asociación ve que donde tendría que haber habido un reconocimiento desde instancias superiores ha habido un descuento a su profesionalidad y a su persona.

Su labor era, antes que condenar, escuchar, y pudo comprobar que fue una buena dinámica, porque muchos jóvenes que estuvieron en comisaría y tuvieron la posibilidad dé no pasar a la cárcel son hoy jóvenes que están apostando por la vida.

También queremos agradecer la labor de muchos policías que día a día exponen su vida desde ese talante de ponerse a favor de las personas.

En nombre de los jóvenes y educadores de la Asociación Semilla, decimos: ¡gracias, don Félix Alonso, por su paso por el barrio, y ojalá cree escuela!-