Félix Alonso Soria (San Lorenzo de El Escorial, 1949), ingresó en el Cuerpo General de la Policía -conocida entonces como “la secreta”- en 1970 y se jubiló en 2013 con el rango de Comisario Principal del Cuerpo Nacional de Policía, el más alto que puede alcanzarse en las fuerzas policiales de nuestro país.
Aunque empezó su carrera en Barcelona, enredado en asuntos tan sonados como el caso Vilá Reyes o la muerte de Puig Antich, Alonso, casi coincidiendo con el fin del franquismo, se instaló en Madrid, donde desarrolló una actividad poliédrica y frenética: participante de los primeros balbuceos de la policía científica española, ávido consumidor de cultura bajo cualquier formato -fotografía, cine, teatro, libros-, fue al mismo tiempo impulsor y cofundador del primer sindicato democrático de la policía (la USP), en compañía de otros míticos nombres del momento como Modesto García, Mariano Baniandrés o Miguel Ángel Fernández-Chico.
Compañero de promoción de Antonio González Pacheco -más conocido como Billy El Niño- y confrontado a José Manuel Villarejo en la actividad sindical y policial ligada al 23F, -donde ambos jugaron un papel tan polarizado como oculto-, Félix Alonso fue un estrecho colaborador de José María Rodríguez Colorado, el hombre que, desde la Dirección General de la Policía en los últimos años de la presidencia de Felipe González, impulsó la llegada de una nueva generación de comisarios comprometidos con la democracia.
Estuvo al frente de las comisarías de Moncloa-Universidad, Usera-Villaverde y Pozuelo, antes de recalar en la Comisaría Especial del Tribunal de Cuentas y ocupar sus últimos años de actividad como Comisario-Jefe de la Zona 1 de la Jefatura Superior de Madrid.
Jubilado en abril de 2013, sus superiores le regalaron una corbata con los colores de la bandera de España y le negaron el nombramiento de Comisario Honorario, que, como él dice, “se le concede a todo el mundo porque es gratis”.
Protagonista del expediente 65/97, Félix Alonso es el único comisario de policía expedientado en democracia. El caso fue sonado y llegó a los tribunales, donde, varios años después, los jueces le dieron la razón.
Por decirlo con sus propias palabras, Alonso ha sido “el Thoreau de la policía”.
Sobre estas bases, Balas de fogueo son las memorias de este “policía con memoria”, en las que, a través de diez capítulos fulgurantes, el comisario jubilado que las ha visto de todos los colores repasa la historia de los últimos cincuenta años de España desde una peculiar perspectiva de microhistoria policial, por cuyas páginas desfilan funcionarios y políticos, sindicalistas y activistas del movimiento ciudadano, amigos muertos y enemigos vivos.
El libro ha sido escrito y compuesto por el escritor y periodista Juan Torres (Madrid, 1954), tras horas de conversación con el protagonista, con quien comparte mucha amistad y algunas vivencias.
Durante la ideación y composición del libro, Torres, -autor de una obra creativa propia y variada, pero que ha ejercido en muchas ocasiones como gosthtwriter o negro en la decimoséptima acepción del diccionario de la RAE- tuvo en su cabeza dos modelos: Juan Belmonte, matador de toros, libro de memorias del torero, firmado por Manuel Chaves Nogales, y Open, memorias de un tenista, firmado por André Agassi, pero escrito por el Premio Pulitzer y amigo del biografiado J. R. Moehringer.
Balas de fogueo bebe de ambos modelos para ofrecer su propia propuesta.
Madrid, noviembre de 2022.